sábado, 28 de abril de 2007

La gramática de Patricia Van Dalen

La "Gramática" de Patricia Van Dalen


Van Dalen insiste con la pintura en una época en que ésta parece haber perdido todo prestigio. Pero lo hace, a mi juicio, consciente de las presiones culturales a las que está siendo sometido dicho formato desde hace varias décadas. En efecto, Van Dalen parece volver a él una y otra vez, en una suerte de escenificación conjunta de la pintura como producto y el acto mismo de pintar, para interrogarlo y, lo que resulta más enriquecedor, sobredimensionarlo con "técnicas" de creación visual más al uso; técnicas que le permiten, en cierta forma oblicua y tal vez por ello menos calculada, proponer una multiplicidad de significaciones gracias a la organización de contextos más complejos.



Esto no es algo reciente en su obra. Desde muy temprano, su impulso pictórico –sin duda un aspecto fundamental de su acercamiento al hecho "visual"– se vio controlado, sometido a una producción paralela que, en su caso, no puede ser sino considerada
como un impulso crítico-reflexivo: el collage. Y si bien, en un primer momento, éste surge en su obra como una suerte de contrapeso a su "pintura", resulta imprescindible notar que al cabo de unos años, y con los vaivenes inherentes a toda exploración artística, estos dos medios se integran en una única y misma propuesta: los cuadros se hacen collage a partir de retazos, recortes, fragmentos de otros cuadros. Quiero decir: a un cuadro ya pintado, indicio de su propuesta original, se adhieren luego retazos de otros cuadros. Este procedimiento complejiza su propuesta al menos en dos sentidos. Por una parte, el hecho de que al cuadro se le superponga un retazo –o varios– interrumpe el recorrido visual que tradicionalmente exige la pintura para imponer lo que me gustaría llamar una "lectura intervenida". Por otra parte –y este aspecto resulta crucial–, los retazos son a su vez "fragmentos" de otros cuadros pintados, originalmente, y luego "destruidos". Este detalle (no muy frecuente en la historia del "collage", que por el contrario buscaba poner de manifiesto la heterogeneidad de los materiales) tiene en este caso la curiosa implicación de encerrar en el cuadro los trazos mismos de su genealogía. El cuadro incluye en un mismo y único espacio visual el arte-facto a la vez en tanto "objeto terminado" y en tanto "intento desechado" como parte de una misma propuesta. La obra incluye así en y como su presentación final (expuesta) trazas de su factura, de su proceso, que interrumpen y simultánea e inevitablemente suplementan el sentido de su propuesta visual, añadiéndole un segundo grado de complejidad.

En esta nueva exposición, Van Dalen nos propone otra "vuelta de tuerca" a este proceso reflexivo. Por una parte nos muestra una verdadera multiplicidad de obras (pinturas y pinturas-collages, en formatos relativamente pequeños) que, como indiqué antes, apuntan a revelar tanto el impulso creador primario como un correlativo impulso reflexivo que nos obliga a una "lectura intervenida" e incluso "interviniente", al par que exhibe la "genealogía" de los objetos, la historia de su proceso constructivo. Sin embargo, esta vez, la metáfora de la "lectura" se hace real, palpable. Los "cuadros", en formatos que denominaremos "palabras" (la idea de Van Dalen), se nos presentan ahora como elementos estructurantes de un "texto". Esta organización trae como consecuencia un despliegue de la visualidad en tres niveles: primero, en la percepción individual que nos propone cada "cuadro-palabra"; segundo, en el discurso visual que se articula en la relación de contigüidad de los "cuadros-palabras", en la "frase-pictórica" –por llamarla de alguna manera–; y, en tercer lugar, con la propuesta de los "párrafos", que ahora como una "mancha" visual sobre la "página" en blanco de la pared, se nos proponen como la nueva obra visual, global. Estamos pues en presencia de una múltiple mise-en-abîme*: de entrada vemos la obra sobre la pared, dentro de la cual se nos proponen unas construcciones gramaticales en la sucesión de "cuadros-palabras" (nótese que hay una puntuación en los espacios en blanco que separan las "frases-pictóricas" unas de otras), dentro de las cuales encontramos los "cuadros-palabras" particulares que, en última instancia, hacen patente en su interior su propia historia, podríamos incluso decir, para continuar con la metáfora verbal, su "etimología". De esta forma, lo que resulta es un grupo de textos-visuales compuestos de acuerdo a una determinada, una singular gramática. Y gramática debe entenderse aquí en el estricto sentido filosófico que le ha dado la contemporaneidad: un conjunto de reglas arbitrarias que no corresponden a ninguna realidad concreta y que sin embargo determinan, constituyen, aun construyen el sentido.Paul de Man decía hace algunos años que tal vez en estos tiempos era necesario la existencia de un momento de lectura incluso en las artes visuales. Patricia Van Dalen, al desplegar frente a nuestros ojos una gramática visual de su obra (en tanto historia, en tanto proceso, en tanto sentido), nos muestra quizá hasta qué punto dicha afirmación tiene sugerentes consecuencias a ser exploradas.


Luis Miguel Isava

septiembre-Octubre 2004

Profesor de Literatura de la Universidad Simón Bolívar.

1 comentario:

Nube Cúmulus dijo...

Pero, sobre esa misma "gramática", ¿tú qué piensas?